Restaurar los daños de la piel tras el verano

Manchas, sequedad, líneas de expresión. Después de meses de actividades al aire libre, los efectos del verano sobre la piel son más perceptibles. La exposición prolongada al sol, el viento, el salitre del mar, el cloro del agua de las piscinas y las temperaturas elevadas son factores externos que promueven el envejecimiento prematuro de la piel. Con la vuelta a la rutina es más fácil prestar atención a la salud tisular. Recuperar la vitalidad del cutis después del estío es posible con los cuidados necesarios gracias a los activos naturales presentes en la ecocosmética.

Lo principal es reforzar la hidratación con cosméticos con agentes humectantes que ayuden a preservar los niveles de humedad del manto hidrolipídico, como la manteca de karité, el aloe vera, el higo o el CBD. Lo ideal es la utilización de un sérum para actuar en las capas más profundas y una crema con acción hidratante para sellar su efecto y potenciarlo en las zonas externas.

La exfoliación es especialmente significativa después de los meses de verano. La eliminación de las células muertas es importante para mejorar no sólo el aspecto sino la textura de la piel. La mejor forma de hacerlo es con ingredientes suaves que eviten generar estrés sobre el cutis y provocarle reacciones. El arroz y el jengibre actúan como exfoliantes además de atenuantes de las manchas.

La limpieza facial es un paso que nunca debe descuidarse a lo largo del año, pero si durante el verano se ha dejado de lado es importante retomarla una vez vuelta a la rutina. Es importante eliminar toda la acumulación de partículas que se depositan sobre la piel a lo largo de la jornada para evitar que se produzcan alteraciones como hinchazón y obstrucción de poros. Al igual que la exfoliación, en la limpieza se debe tener cuidado y evitar los ingredientes muy agresivos. Estos pueden provocar el efecto contrario por la reacción de la piel a limpiezas inadecuadas.

Para devolver a la piel toda su vitalidad es aconsejable ofrecerle una cura un par de veces por semana con una mascarilla con activos que la restauren, como los aceites de macadamia y de ricino. Además de ser un cosmético reparador y nutriente, tiene un efecto relajante. Tomarse veinte minutos de relax para que actúe sobre el rostro es también una cura que se refleja en el aspecto de la piel.

Y si la rutina te permite un poquito más de relajación, los masajeadores faciales de piedra natural o gua sha son una herramienta única para aportarle al rostro el toque definitivo. Además de tranquilidad mental ofrecen múltiples beneficios, pues su aplicación promueve la circulación sanguínea y favorece la renovación celular natural; estimula la producción de colágeno y elastina, y la piel recupera elasticidad y tono; activa el drenaje linfático y, en consecuencia, elimina las toxinas y la hinchazón; reduce la apariencia de arrugas y ojeras; relaja la tensión muscular y mejora la absorción de los productos cosméticos. Hay diferentes masajeadores, cada uno adecuado a la rutina de cada persona. 

Y, ante todo, no hay que olvidarse de que la salud comienza desde el interior, con buenos hábitos alimenticios, una correcta higiene del sueño y actividad física. Una ecocosmética saludable puede poner la guinda a un correcto autocuidado.

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